Como un niño que cree a ciegas en su Padre, así quiero depositar mi fe en tí. Abrázame fuerte, cuídame. Te entrego todo y confío en que sabes, que es lo mejor para mí. (Jeremías 31:3)
No hay sombra que pueda tapar la luz del Sol mucho tiempo. No hay pena que pueda tapar la fe en Dios, ni nube que pueda lograr que su bendición no llegue a ti tarde o temprano.